El momento de montar coreografía e interpretar piezas musicales puede parecer más fácil de lo que es. No hay nada como traer todas las ganas de ponerte a bailar, escuchar la música y.... ¡nada! Pero, ¿por qué? Llevas años trabajando en tu técnica, has bailado infinidad de veces en grupo y te sabes las canciones de memoria. Pero cuando se trata de poner la coreografía por tu cuenta se te dificulta. ¿Es tu caso? Sigue leyendo.
La música como herramienta de composición
Existen diferentes herramientas para crear coreografía y maneras de interpretar una pieza. Una de ellas es precisamente la música, dado que contiene muchos elementos y detalles que podemos explotar con nuestra danza. La música no sólo es una canción; la música es una mezcla de ritmos, pulsos, instrumentos, emociones y sensaciones que en conjunto crean una experiencia única para todo aquel que la oye. Particularmente, la música oriental tiene fama de ser muy rica y de tener infinidad de matices, por lo que es ingrato de nuestra parte no cubrir todo el espectro que proyecta la música.
Interpretación Musical
Ahora, eso no significa que debas marcar e interpretar cada uno de los detalles, por más minúsculos que sean. Al contrario, debes trabajar conscientemente y encontrar la manera de interpretar la música, pero que simultáneamente tu danza pueda ser un reflejo visual de la melodía. Suena complicado, pero es más fácil de lo que crees.
¿Qué hacer?
Tengo tres consejos principales que te pueden servir:
1. Escucha diferentes estilos de música
No te quedes con lo que siempre escuchas. Abre tu panorama y explora la variedad de melodías que existen. Esto te va a ayudar a agudizar tu oído musical y aprender a identificar diferentes ritmos o patrones en la música.
2. Explora con tu cuerpo
Si siempre realizas las mismas secuencias, trata de pensar en otras alternativas. Si normalmente avanzas con shimmy al frente, intenta ir para atrás. Si siempre haces dos camellos, dos medias lunas y dos giros trata de variar las combinaciones. El punto es que no te quedes con lo que sabes y te atrevas a hacer otras cosas.
3. Aprende de tus errores
Si algo queda claro es que nada nos va a salir a la primera. Tal vez tengamos facilidad por algunas cosas, y por otras no tanto, pero la constancia y una retroalimentación acertada de tu interpretación son tu mejor herramienta. Si puedes grabarte o ver videos de ti misma bailando, aprovecha la oportunidad para ver qué puedes mejorar: tal vez en la grabación escuchas un acento que no marcaste, o notas que vas fuera de tiempo, o incluso estás haciendo pasos que no reflejan la riqueza de la música. Sé objetiva y aprende de ti misma.
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